
Cómo abrir una granada: Guía paso a paso para no mancharte
Preparación y herramientas clave
Antes de sumergirte en el delicioso mundo de los arilos de granada, es fundamental preparar tu espacio de trabajo y reunir las herramientas adecuadas. Este paso inicial no solo facilitará el proceso, sino que también minimizará el desorden y las temidas manchas rojas. La clave del éxito reside en la precisión y el control.
Necesitarás lo siguiente:
- Un cuchillo afilado: Un cuchillo de pelar o puntilla es ideal. Su tamaño pequeño permite un mayor control para realizar cortes precisos en la piel sin dañar los preciosos arilos del interior. Un cuchillo grande y sin filo puede resbalar y causar accidentes o aplastar la fruta.
- Una tabla de cortar: Opta por una tabla de plástico o vidrio. La madera, al ser porosa, puede absorber el jugo de la granada y mancharse permanentemente. Si solo tienes una tabla de madera, puedes cubrirla con papel de horno para protegerla.
- Un bol grande: Aquí es donde recogerás los arilos. Un bol lo suficientemente grande contendrá tanto las semillas como cualquier salpicadura de jugo. Más adelante veremos cómo un bol con agua puede ser tu mejor aliado.
- Una cuchara de madera (opcional): Para uno de los métodos más rápidos, una cuchara de madera o un utensilio similar de golpeo será muy útil.
- Un delantal (recomendado): El jugo de granada es conocido por su capacidad para teñir la ropa de forma persistente. Usar un delantal o ropa vieja es una precaución inteligente.
El método clásico: corte y desgranado manual
Este es el método más tradicional y, para muchos, el más satisfactorio. Permite abrir la granada de una manera que respeta su estructura natural, presentándola casi como una flor al abrirse. Requiere un poco de paciencia, pero el resultado es limpio y muy visual.
Paso 1: Cortar la corona
Coloca la granada sobre la tabla de cortar. En la parte superior de la fruta, verás una pequeña protuberancia que parece una corona (el cáliz de la flor). Con tu cuchillo afilado, realiza un corte circular alrededor de esta corona, en un ángulo de unos 45 grados, como si estuvieras cortando la tapa de una calabaza. El objetivo es retirar solo esa parte superior, exponiendo el interior blanco y las divisiones de la fruta sin cortar los arilos. Levanta la "tapa" y deséchala.
Paso 2: Marcar las secciones
Al retirar la corona, podrás ver unas membranas blancas y delgadas que dividen la fruta en gajos o secciones naturales. Generalmente, una granada tiene entre 5 y 7 de estas divisiones. Usando la punta del cuchillo, realiza un corte superficial a lo largo de cada una de estas líneas blancas, desde la parte superior hasta la base de la granada. Importante: solo debes cortar la piel y la parte blanca (el albedo), sin profundizar hasta los arilos.
Paso 3: Abrir la fruta
Una vez que has marcado todas las secciones, introduce tus pulgares en el hueco central que dejaste al cortar la corona. Tira suavemente hacia afuera. Gracias a los cortes que has hecho, la granada se abrirá limpiamente en gajos, como si fueran los pétalos de una flor. Este método evita que el jugo salpique y mantiene los cúmulos de arilos intactos dentro de cada sección.
Paso 4: Extraer los arilos
Ahora, con la granada abierta, puedes trabajar sobre el bol grande. Toma cada gajo y, con los dedos, empuja suavemente los arilos para que se desprendan de la membrana blanca. La mayoría caerán fácilmente. Puedes doblar ligeramente la piel hacia atrás para ayudar a soltarlos. Ve separando los arilos de cualquier trozo de membrana que pueda caer en el bol.
La técnica del bol de agua: limpieza garantizada
Si tu principal preocupación es evitar cualquier tipo de mancha, este método es infalible. Utiliza las propiedades físicas del agua para separar los arilos de la membrana de una forma casi mágica y sin salpicaduras.
Primero, sigue los pasos 1 y 2 del método clásico: corta la corona y marca las secciones de la piel. A continuación, llena un bol grande con agua fría. Sumerge la granada marcada en el agua y déjala reposar un minuto. Manteniendo la fruta bajo el agua, procede a separarla en gajos con las manos, tal como se describe en el paso 3 anterior. Una vez que tengas los gajos separados, también bajo el agua, usa tus dedos para desprender los arilos. Notarás algo sorprendente: los arilos, al ser más densos, se hundirán hasta el fondo del bol, mientras que la membrana blanca y esponjosa flotará en la superficie.
Cuando hayas desgranado toda la fruta, simplemente retira con las manos o con una espumadera toda la membrana que flota en la superficie. Luego, vierte el contenido del bol en un colador para drenar el agua. El resultado: un bol lleno de arilos perfectamente limpios y ni una sola salpicadura en tu cocina.
El truco de la cuchara de madera: rápido y eficaz
Para quienes buscan velocidad por encima de todo, este método es el campeón. Es un poco más contundente y puede ser algo más desordenado si no se hace con cuidado, pero permite desgranar una granada en menos de un minuto.
En lugar de cortar la corona, esta vez corta la granada por la mitad horizontalmente, a través de su "ecuador". Coge una de las mitades y sostenla con la parte cortada hacia abajo sobre un bol grande. Con la otra mano, toma una cuchara de madera, el mango de un cuchillo pesado o incluso un rodillo pequeño, y empieza a golpear firmemente la piel de la granada por toda su superficie. Los golpes harán que los arilos se desprendan y caigan directamente al bol. Gira la granada mientras golpeas para asegurarte de cubrir toda el área. En pocos segundos, la cáscara quedará prácticamente vacía.
Este método es muy satisfactorio por su rapidez, pero es crucial usar un bol profundo para contener las semillas que caen con fuerza. Es posible que caigan algunos trozos de membrana, pero son fáciles de retirar al final.
Independientemente del método que elijas, saber cómo abrir una granada correctamente transforma una tarea intimidante en un ritual sencillo y gratificante. Ya sea que prefieras la precisión del método clásico, la pulcritud del bol de agua o la velocidad del golpeteo, el premio siempre será el mismo: un tesoro de arilos jugosos y llenos de sabor, listos para disfrutar en ensaladas, postres, yogures o simplemente a cucharadas.
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